Por Sofia Chacaltana Cortez y Bet-ami Artzi
MAS DE LO MISMO: COLONIALISMO Y MACHISMO EN LA ARQUEOLOGIA PERUANA
Fuente original: https://redaccion.lamula.pe/2023/04/03
#Opinión
Por Sofia Chacaltana Cortez y Bet-ami Artzi
Históricamente, la arqueología peruana ha sido parte fundamental
de la construcción identitaria de la sociedad. Por esta razón, es importante
explicar dos mecanismos sobre los cuáles opera esta disciplina: el machismo y el colonialismo.
En el ámbito académico, es conocido que tanto la práctica como la construcción
de conocimiento arqueológico y, por ende, de nuestro pasado, ha estado
históricamente en manos de hombres, tanto peruanos como extranjeros. Así, la
arqueología es una disciplina que ha promovido personalidades y cualidades
masculinas. De esta manera, el precio que hemos tenido que pagar quienes
tenemos cualidades y personalidades femeninas ha sido la exposición a
comentarios incómodos en el menor de los casos y, en el peor de ellos, a tratos
humillantes y violentos en el ámbito profesional. A pesar de esto, gracias al
esfuerzo y la resistencia de todas las mujeres competentes y apasionadas que
han decidido mantenerse en esta profesión y, de otras, que se han salido por
agotamiento, pero que han expresado sus experiencias incómodas; estas prácticas
han ido cambiando paso a paso, aula tras aula, un espacio, una charla, un
artículo, una propuesta, a la vez. Sin embargo, aún
estamos lejos de la meta de la igualdad, ya que éstas dinámicas se resisten a
desaparecer porque están enraizadas en la base misma de
las prácticas arqueológicas.
Por otro lado, el colonialismo en la arqueología ha tenido sus
propias dinámicas históricas. Desde que llegaron los europeos, fueron los
sujetos coloniales, es decir, tanto ibéricos como curacas indígenas (también
criollos), quiénes huaquearon tumbas prehispánicas utilizando la mano de obra
de los indígenas rurales con el fin de extraer tesoros y enriquecerse. La misma
dinámica siguió durante los siglos XIX-XX, cuando varios hacendados peruanos y
también exploradores extranjeros, utilizaron trabajo campesino e indígena para
extraer piezas antiguas de tumbas y formar colecciones que ahora están en
museos privados o fueron vendidas para solventar gastos personales. Uno de los
casos más conocidos es el del hacendado cusqueño Emilio Montez que, en 1890,
vendió su colección de piezas arqueológicas huaqueadas de todo el Perú al Field
Museum de Historia Natural en Chicago para solventar sus gastos de viaje al
extranjero.
El colonialismo involucrado en el manejo de los bienes materiales
e inmateriales saqueados de sitios prehispánicos ha sido tema de investigación,
reflexión y debate. Por ejemplo, en un artículo publicado recientemente en el diario La República,
se usa una perspectiva básica y dicotómica del colonialismo, contraponiendo
“peruanos” versus “extranjeros”. Utilizando además un ejemplo de un proyecto
arqueológico contemporáneo co-dirigido por dos mujeres, una arqueóloga peruana
y otra extranjera. El problema de esta posición es que solapa
y oculta la contribución de los peruanos en el mecanismo colonialista de la
arqueología y, además, contradice a recientes
investigaciones que han demostrado que la realidad fue, y sigue siendo, más
compleja y menos dicotómica.
Las prácticas de colonialidad de la disciplina arqueológica tienen
que ver, aunque no únicamente, con 1) las relaciones desiguales entabladas
entre los y las profesionales en arqueología y los miembros de las comunidades
de los lugares donde excavamos. 2) las relaciones desiguales entre arqueólogos/as
extranjeros/as y peruanos/as y, 3) los intereses académicos de los
profesionales en arqueología y el acceso a la información que se publica como
resultado de las investigaciones y, a quiénes beneficia.
La práctica arqueológica, independientemente de la nacionalidad e
incluso del género de quiénes la dirigen, es colonialista, ya que utiliza mano de obra “barata” en
jornales de trabajo temporales y breves sin retribución justa en lo económico y,
a pesar de algunos meritorios esfuerzos, tampoco en lo educativo. Es decir,
éstas ocurren en comunidades donde se extraen bienes culturales que luego se
transforman en información y construyen carreras académicas tanto de
investigadores peruanas/os como extranjeras/os. La definición de arqueólogo
está estrechamente vinculada a la práctica de excavar en lugares antes no
removidos (o vírgenes); práctica comúnmente enseñada en las universidades que
ahora está siendo arduamente discutida por ser invasiva con los territorios de
las comunidades, impactar los significados de dichos territorios y sus
materialidades, y dañar las relaciones sociales, políticas e identitarias
intra-comunitarias. Por eso, no es suficiente discutir el colonialismo ejercido
por los investigadores extranjeros, sino que es
necesario cuestionar también, el colonialismo ejercido por nuestras élites
académicas peruanas. O, acaso los peruanos ¿tenemos más derecho
de colonizar el trabajo de otros peruanos por tener la misma nacionalidad?
De acuerdo con el Reglamento de Investigaciones Arqueológicas
(RIA) que estuvo vigente desde el 2009 a diciembre del 2022, el Estado peruano
sólo permitía excavar un sitio arqueológico a los profesionales peruanos en
arqueología por tener la condición de Patrimonio Cultural de la Nación. Según
este reglamento, un extranjero/a sólo podía ser co-director pero nunca
director. En cambio, en el nuevo RIA sí lo puede ser, pero con un/a
co-director/a peruano/a, ambos colegiados/as. Es decir, esta co-dirección, era
y sigue siendo, un requerimiento legal. Uno de los fines de esta figura tanto
del antiguo como del vigente reglamento, ha sido promover
relaciones de horizontalidad y de colaboración entre investigadores/as
peruanos/as y extranjeros/as. Es en estas negociaciones que se
establecen las dinámicas de colaboración, co-investigación y trabajo. Y, es en
este punto donde hay que tener cuidado con los contratos que se realicen para
que se promueva la cooperación y, no solo una jerarquía que perpetúe las
relaciones colonialistas.
Tenemos que ser conscientes que las y los arqueólogos/as en
nuestras investigaciones seguimos haciendo uso de estás prácticas colonialistas
y machistas; teniendo en cuenta que, el machismo entrelazado con la
colonialidad en la arqueología están presentes desde nuestra práctica hasta las
preguntas de investigación que hacemos para interpretar el pasado. Habría que
preguntarnos si la crítica que se hace al proyecto co-dirigido por dos
arqueólogas jóvenes, una peruana y otra extranjera, no debería extenderse
también a todos los proyectos arqueológicos dirigidos históricamente por
arqueólogos hombres miembros de nuestra élite académica. Si además somos
conscientes que no contamos con parámetros adecuados que nos permitan evaluar
la cantidad de difusión que debemos de realizar de acuerdo al tiempo que duran
nuestras investigaciones, y así, asegurarnos el acceso a la información de las
variadas comunidades peruanas. Esta crítica oculta la dinámica de colonialidad
que tienen los proyectos arqueológicos en general, incluido la de los
peruanos/as. Este mencionado artículo no es un buen
punto de partida para la crítica de la colonialidad, pero sí es un buen ejemplo
de machismo en la arqueología.
Es necesario cuestionar las prácticas colonialistas y machistas en
la arqueología peruana para crear un futuro más equitativo en nuestro campo de
investigación. Los y las arqueólogos/as debemos enfrentar estos dos componentes
(el colonialismo y el machismo) no solo para tener una práctica más
participativa con los colaboradores que trabajan en los proyectos arqueológicos,
sino también transmitir el germen del conocimiento sobre el pasado del
territorio y pueda florecer una sociedad
peruana más justa, igualitaria y menos violenta. Sin ese
ejercicio, seguiremos circulando en lo mismo. Nuestro texto es un ejercicio que
busca examinar esta situación y la manera de cómo generar debate sobre este
tema complejo que requiere enriquecerse de multiplicidad de miradas y puntos de
vista.
machismo y colonialismo - Sofia Chacaltana Cortez y Bet-ami Artzi